Durante el año 2023, la pobreza en el Peru fue de 29% (promedio anual), una cifra muy cercana al 30% registrado en el 2020, es decir, el año de la pandemia. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido ese año donde los picos de pobreza fueron alcanzados a partir de un empobrecimiento abrupto, pero temporal de los hogares, la cifra de 2023 se alcanza luego de un proceso de empobrecimiento paulatino y persistente de la población. Esta tendencia, que es crucial para entender la evolución de la pobreza, se invisibiliza cuando se calculan solo los datos anuales, pero resulta más clara cuando se desagrega la evolución trimestral del indicador (ver gráfico). Si bien nuestras estimaciones son referenciales, usando los valores puntuales calculados se observa que entre el cuatro trimestre de 2020 y el cuatro trimestre de 2023 la pobreza habría crecido en alrededor de 6 puntos porcentuales.
Fuentes: INEI, BCRP. Elaboración: Macroconsult.
Los responsables del aumento de pobreza
El principal responsable de este incremento ha sido la inflación registrada desde fines de 2021 hasta fines de 2023, sobre todo de alimentos. Este rubro registró incrementos de precio de alrededor del 12% en promedio entre 2022 y 2023 y picos superiores al 16% a mediados de 2023 afectando de manera particular la capacidad de gasto de las familias más pobres y vulnerables. Los gastos en alimentos de estos hogares pueden llegar a explicar hasta casi el 60% de su canasta de consumo (considerando, por ejemplo, el decil más pobre). Para entender la magnitud de este choque hemos retirado de la estimación de la pobreza el aumento en precios de los años 2022 y 2023 (ver gráfico). Con ello, concluimos que la tasa de pobreza de 2023 hubiera sido casi 3 puntos porcentuales inferior. Es decir, un nivel de pobreza ligeramente superior al 26%, muy parecido al observado en 2021. En otras palabras, este factor por si solo habría explicado el ingreso a la pobreza de un poco más de un millón de peruanos.
Nota: (*) Los escenarios sin inflación corresponden a una simulación en la que se reemplazó la inflación del 2022 y 2023 por la del 2019.
Fuente: INEI, BCRP. Elaboración: Macroconsult.
Sin embargo, la inflación no ha sido el único responsable de esta tendencia. La caída del PBI en 2023 contribuyó en el resultado, sobre todo porque la contracción de actividad económica ocurrió en sectores intensivos en mano de obra de las cuales dependen mayoritariamente los ingresos autónomos de los hogares pobres. Por ejemplo, la actividad agropecuaria se contrajo casi 3%. Es decir, para el 43% de los pobres (que dependen mayoritariamente de este sector), la contracción del año pasado fue casi 5 veces superior a la contracción promedio (0.6%). Este ha sido un golpe importante, sobre todo, para la economía rural. Algo parecido ocurrió con la economía urbana. Considerando sectores como manufactura, construcción y servicios (que sustentan casi al 42% de las familias pobres) la contracción fue de 1.6%, casi tres veces la registrada para el promedio de la economía (0.6%).
Reaparece la pobreza extrema urbana
Mientras tanto, la pobreza extrema alcanzó el 5.7% casi duplicándose respecto de los niveles de 2019 (2.9%). Desagregando los datos de pobreza y pobreza extrema por lugar de residencia se verifica que la incidencia en zonas rurales siempre es mayor (casi 40% en el caso de la pobreza y mas del 16% en caso de la pobreza extrema). Sin embargo, el mayor empobrecimiento en el periodo postpandemia ha ocurrido en las zonas urbanas y en particular en Lima Metropolitana. Por un lado, la pobreza en la capital ha llegado a casi 29% duplicándose respecto de sus niveles de 2019 (14%) y en el caso de la pobreza extrema se ha multiplicado 8 veces la incidencia (desde 0.4% en 2019 hasta 3.2% en 2023). Las tendencias observadas en Lima están detrás del fenómeno llamado urbanización de la pobreza cuyo origen, si bien se puede identificar en la década pasada, se acelera desde el año 2020. Este empobrecimiento es más evidente en el caso de la pobreza total (donde ya el 73% del total de pobres vive en las ciudades) pero más preocupante en el caso de la pobreza extrema (es decir, el segmento mas pobre entre los pobres). Para este tipo de pobreza identificamos que ya desde el año pasado el número de pobres extremos urbanos representa el 45% del total de pobres extremos en el país. Para poner en perspectiva esta cifra, hace 10 años estos niveles eran del 17%.
Fuente: INEI. Elaboración: Macroconsult.
El nuevo nivel de pobreza extrema urbana ocurre, además, en un contexto donde la pobreza se ha vuelto más persistente. La proporción de individuos que pasan más de un periodo por debajo de la línea de pobreza ha aumentado desde 12% en 2019 hasta 20% en 2023 lo que estaría generando recomposiciones en el gasto en alimentos. Según cálculos del INEI, entre 2023 y 2019 este rubro cayó en más del 5% en términos reales, lo que podría estar implicando deterioros no solo en la cantidad de alimentos consumidos sino calidad y diversidad. Con estos dos fenómenos en mano es fácil de entender las cifras que el IEP hiciera públicas a fines del año 2023 revelando que la inseguridad alimentaria en zonas urbanas ya superaba el 50% (medida como la incidencia de familias que por falta de dinero o recursos se quedaron sin alimentos en los últimos tres meses). En tales circunstancias, no sorprende el deterioro de los indicadores de salud infantil temprana observados en zonas urbanas. En el caso de la desnutrición crónica infantil para niños menores de 5 años, se registró un aumento desde 7.1% (2022) hasta 8.1% (2023) y en el caso de anemia para niños entre 6 meses y 35 meses desde 39% (2022) hasta 40% (2023).
Proyección de corto y largo plazo
Estas tendencias ocurren en un escenario en el que los sistemas de protección social aun presentan brechas de eficacia y eficiencia. Si bien es cierto que hay mejoras en la calidad del diseño de los programas sociales, los volúmenes y coberturas de las prestaciones aún son subóptimos y los sistemas de focalización imperfectos. No obstante, diluido el choque inflacionario durante este y el próximo año, incluso con un contexto como el descrito y con tasas de crecimiento mediocres como las que se espera en esos años (alrededor de 2.5% en promedio en esos años) la tasa de pobreza monetaria debería caer (ver gráfico). Nuestro escenario base considera una reducción al 2024 hasta 28% y al 2025 una cifra ligeramente por encima del 27%. Esto significa que en dos años podríamos retornar a los niveles de 2022. Las principales variables de incertidumbre alrededor de esta proyección es la velocidad de ajuste del empleo y los salarios al nuevo contexto; así como la implementación de políticas públicas que corrijan las imperfecciones descritas y colaboren con la lucha contra la pobreza. En un escenario optimista consideramos prestaciones más generosas y mejor focalizadas, así como un mercado laboral que reacciona más rápido lo que podría permitir tasas de pobreza por debajo del 27% al 2025. En un escenario pesimista hemos agravado el nivel de prestaciones y los errores de focalización a la vez que simular fricciones no previstas en el mercado de trabajo, lo que llevaría la tasa de pobreza en 2025 a niveles cercanos al 28%.
Fuente: INEI. Elaboración y proyección: Macroconsult.
Para proyectar el largo plazo hemos asumido una tasa de crecimiento baja, pero sostenida y similar al nivel de crecimiento potencial (3% de acuerdo con las estimaciones de Macroconsult). Además, se descartan choques inflacionarios de importancia en el periodo de proyección, pero también cambios significativos en la estrategia de lucha contra la pobreza. Con ello, se retornarían a niveles prepandemia (20%) hacia el año 2032 (alrededor de 8 años). No obstante, lo que observamos es que, si bien tomaría menos de 10 años llegar al 20%, el verdadero reto va a ser reducir la pobreza desde ese nivel. Dados los cambios en los niveles de pobreza crónica y estructural tanto en zonas urbanas como rurales, una pobreza del 20% hoy en día estaría muy cerca del núcleo duro de la pobreza, es decir, donde el crecimiento económico tiene un efecto relativo menor (ver gráfico).
Fuente: INEI. Elaboración y proyección: Macroconsult.
La lucha contra la pobreza requiere de esfuerzos diferenciados
Álvaro Monge, socio y gerente de Macroconsult
Por un lado, es cierto que en un extremo de la distribución (los menos pobres entre los pobres) es principalmente necesario un crecimiento económico que dinamice el empleo y la actividad productiva local. Tomando en cuenta que muy cerca de la línea de la pobreza (20% por debajo) se concentra cerca del 12% de pobres, un crecimiento alto y sostenido permitiría una reducción de la incidencia de pobreza a los niveles prepandemia en algunos pocos años. Esta estrategia es válida para poblaciones urbanas de reciente empobrecimiento, pero también algunas zonas rurales, afectadas por la contracción del empleo agrícola en el último año. No obstante, en el otro extremo (los mas pobres entre los pobres) donde ya se observan síntomas de deterioro de indicadores no monetarios el crecimiento económico por si solo va perdiendo protagonismo y requiere políticas públicas complementarias para resolver brechas de bienestar específicas. Esto es cierto mayoritariamente para las poblaciones rurales, y desde hace algunos años, para un grupo cada vez mas grande de pobres extremos urbanos.