El entorno internacional se muestra favorable para el Perú, con una economía mundial que superaría sus niveles prepandemia en 2021 y términos de intercambio que se ubicarían en máximos históricos. Esto ocurre en un contexto de avance en el proceso de vacunación, lo que ha permitido la apertura de las actividades económicas en diferentes países y afrontar de mejor manera una tercera ola de contagios por la variante Delta (India); y por los fuertes estímulos económicos, entre los que destacan los planes de gasto del presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, y el impulso monetario por parte del banco central de dicho país.
Sin embargo, el panorama mundial no está exento de riesgos. Sin duda, el principal se compone de las nuevas olas de contagios ante la propagación de nuevas variantes del covid-19 provenientes de países en desarrollo como consecuencia de retrasos en sus procesos de vacunación. Esto podría llevar a los gobiernos a implementar nuevas medidas de restricción. Otro riesgo es un endurecimiento abrupto de las condiciones financieras debido a presiones inflacionarias, por encima de lo esperado, en Estados Unidos. Ambos podrían tener un impacto especialmente severo en los mercados emergentes.
En el ámbito nacional, la segunda ola de contagios por covid-19 llegó a su fin y esperamos que la tercera ola inicie en octubre ante la propagación de la variante Delta, aunque sería menos intensa que las anteriores debido a la menor cantidad de personas susceptibles a enfermarse y al avance en el proceso de vacunación, el cual se espera se complete a fines de este año o inicios del próximo. De todas formas, no esperamos medidas restrictivas similares a las del inicio de la primera ola.
En cuanto al panorama político, existe una alta incertidumbre. El nuevo presidente, Pedro Castillo, ha mostrado que insistirá con el discurso radical pues mantiene su plan de cambio de la Constitución mediante la instalación de una Asamblea Constituyente, y ha nombrado a personas con serios cuestionamientos, buscando la confrontación con el Congreso. Por otra parte, este poder del Estado ha mostrado cierta solidez para frenar el ímpetu radical del Gobierno.
De esta manera, a la luz de las primeras señales y hechos de los actores políticos, esperamos que se mantenga un ambiente de confrontación permanente entre el Ejecutivo y el Congreso, marcando el escenario político base. En un escenario de riesgo, no se descartan salidas extremas a esta situación, incluido una transgresión al Estado de Derecho, para lo cual será clave la oposición del Congreso, la popularidad del presidente y la movilización de la sociedad civil.