Eduardo Jiménez, jefe del Sistema de Información de Macroconsult
La economía peruana ha experimentado transformaciones significativas en los últimos 30 años. Una mirada al Producto Bruto Interno (PBI) per cápita nos permite ver esto con claridad: entre 1990 y 2022, esta variable se multiplicó por 2.5. Sin embargo, este crecimiento no ha sido homogéneo. Por ejemplo, entre el 2004 y el 2013, la denominada “Década Dorada”, la economía peruana experimentó una expansión en su producto per cápita de 66%. Este crecimiento estuvo acompañado de logros sociales significativos, como la reducción de la pobreza del 60% al 20% y una pequeña, pero importante, reducción de la informalidad. Esto, sin duda, impactó positivamente en la calidad de vida de millones de peruanos.
Sin embargo, entre 2013 y 2022, el panorama se tornó diferente. En ese periodo, el crecimiento fue de tan solo un 9% acumulado. Factores como el fin del ciclo de precios de las materias primas, la pandemia del covid-19 y las crisis políticas, que han derivado en una crisis de confianza, frenaron dinamismo económico del país.
¿Qué nos espera en los siguientes años? Para responder esta pregunta, hagamos un ejercicio simple de proyección. Si consideramos el crecimiento potencial, estimado en 2.6%, y el crecimiento poblacional, en promedio 1%, podemos proyectar el PBI per cápita hacia 2050. Los números indican que este crecería algo más de 50% acumulado. Ahora, si lo comparamos con las cifras estimadas para Estados Unidos, se encuentra que pasaríamos de representar 9.4% del PBI per cápita de ese país en 2023, a un 13% en 2050. A primera vista, esta cifra podría parecer positiva, pero es considerablemente menor al crecimiento experimentado en décadas anteriores. Peor aún este escenario podría considerarse optimista si tomamos en cuenta que la tasa de crecimiento se va reduciendo con el tiempo. Si usamos una tasa de crecimiento más conservadora, como el 2%, el panorama es algo más gris. En este escenario, el crecimiento acumulado sería de solo 30%, y la economía peruana representaría el 11% del PBI per cápita de Estados Unidos al final del periodo considerado.
Estas cifras indican que la economía peruana, a ese ritmo de crecimiento, quedaría atrapada en la llamada «trampa del ingreso medio», un estancamiento económico que impide que los países en desarrollo avancen hacia un estatus de economía avanzada. Las consecuencias serían muy negativas: la pobreza no caería por debajo del 20% y la informalidad continuaría siendo un problema sin solución.
Entonces, ¿qué se necesita para cambiar este panorama? Es esencial dar un golpe de timón. Se requiere una estrategia económica sólida, una visión de desarrollo a largo plazo y la voluntad política para llevar a cabo reformas estructurales. La primera oportunidad la tiene el actual Gobierno, que además necesita mejorar su imagen. En su mensaje de Fiestas Patrias, la presidenta Boluarte dejó claro que quiere ir en esa línea. Toca darle el voto de confianza.