Este año la pobreza debería reducirse alrededor de un punto porcentual respecto de lo observado en 2023. Es decir, debería pasar desde el 29% registrado el año pasado hasta cifras más cercanas a 28% en 2024. La menor inflación que se ha venido observando desde junio de 2023 a la fecha, es una razón suficiente para argumentar dicho cambio de tendencia. No obstante, lograr que esta reducción sea mayor o conformarnos con una menor caída del indicador dependerá del crecimiento económico y particularmente de la forma en que reaccione el mercado laboral a este. Por el momento, hay razones para ser conservadores. Por un lado, si bien el PBI en 2024 dejaría de caer, su crecimiento sería aún bajo. De acuerdo con las proyecciones de Macroconsult se espera un crecimiento del PBI de 2.9% en 2024, lo cual en términos per cápita sería solo ligeramente superior al 1.5%. Esta cifra es aún insuficiente para generar puestos de trabajo de calidad de forma masiva. Por otro lado, las cifras de empleo publicadas por el INEI al primer semestre del año permiten concluir que la recuperación del empleo es lenta, mostrando un rezago respecto del crecimiento económico del periodo, sobre todo en los segmentos más vulnerables.
Sobre el primer punto, la evolución del mercado de trabajo continúa por debajo de su tendencia de largo plazo. Es decir, a pesar de que el empleo ha crecido en el primer semestre de 2024, la capacidad generar puestos de trabajo que está mostrando la economía peruana es insuficiente y aún está por debajo del ritmo mostrado, por ejemplo, previo a la pandemia. Al comparar los meses de enero a junio de 2024 con el mismo periodo del año pasado, el número de personas ocupadas a nivel nacional aumentó apenas 0.5% o lo que es lo mismo casi 172 mil nuevos puestos de trabajo en el periodo. Esto representa menos del 45% del aumento de la PEA del periodo (poco más que 385 mil personas). En consecuencia, el desempleo en el mismo periodo se expandió más que un 10% o lo que es lo mismo casi 215 mil nuevas personas desocupadas (despedidas o que ingresaron al mercado de trabajo y no encontraron un empleo). Sobre el segundo punto, se observa que son los segmentos donde se concentra la población de menores niveles de productividad y capital humano en promedio los que están siendo penalizados más que proporcionalmente. Así, el empleo sigue cayendo en las zonas rurales, entre los más jóvenes y aquellos que han alcanzado un menor nivel educativo.
Por lo tanto, si bien la menor inflación observada en 2024 es consistente con una recuperación de los ingresos reales de las familias y ello impulsará una reducción de la pobreza este año, la lenta recuperación del empleo puede configurarse como un limitante a esta trayectoria. A pesar de ello, aún es posible que el mayor dinamismo esperado en el segundo semestre del año debería facilitar una recuperación del empleo en los próximos meses, sobre todo si es que, hacia el ultimo trimestre del año, el desempeño de sectores de los que dependen mayoritariamente las poblaciones más pobres y vulnerables (como servicios urbanos de baja calificación y actividades agropecuarias) nos sorprenden y crecen más allá de lo esperado.